ANNA BOLENA
Gaetano DonizettiTragedia lírica en dos actos
Libreto de Felice Romani, basado en Enrico VIII ossia Anna Bolena ,
de Ippolito Pindemonte, y en Anna Bolena de Alessandro Pepoli
Anna Bolena, la desdichada reina de Inglaterra
Entre la claridad clasicista y el presagio profundo nostálgicamente romántico, Anna Bolena es la tragedia de la soledad del individuo indefenso contrapuesta a la soledad del poderoso, tejida por el hilo melódico y dramático que su autor heredara de Rossini y precursora del brío de tintes nacionalistas del Verdi del Risorgimento. Este monumental discurso musical a la pérdida de la realidad que es Anna Bolena se erigía como un poderoso faro de fresca luz para el melodrama italiano en un momento de incertidumbres. Una luz que la desdichada reina verá en el filo de su ejecutora hacha.
Equipo creativo
Dirección musical
Maurizio Benini
Dirección de escena
Jetske Mijnssen
Escenografía
Ben Baur
Vestuario
Klaus Bruns
Iluminación
Cor van den Brink
Coreografía
Lilian Stillwell
Reparto
Enrico VIII
Alex Esposito
Anna Bolena
Eleonora Buratto
Giovanna Seymour
Silvia Tro Santafé
Lord Riccardo Percy
Ismael Jordi
Sir Hervey
Jorge Franco
Smeton
Nadezhda Karyazina
Lord Rochefort
Gerard Farreras
Cor de la Generalitat Valenciana
Director Francesc Perales
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Nueva producción del Palau de les Arts Reina Sofía, en coproducción con la Dutch National Opera de Ámsterdam y el Teatro San Carlo de Nápoles
Audio
Sinopsis
La acción transcurre en el Castillo de Windsor y en la Torre de
Londres en 1536. El rey Enrique VIII se ha enamorado de Juana
Seymour, dama de la corte de su esposa Ana Bolena. Ansía casarse
con ella, pero antes necesita un pretexto para repudiar a la reina.
Su estrategia consiste en liberar del exilio a Lord Percy, amante
de juventud de Ana, con la esperanza de que éste regrese a la corte
y al estar cerca de la reina suceda algún encuentro comprometedor
entre ambos que le permita acusar a su mujer de adulterio.
Acto I
En los aposentos de la reina los cortesanos departen sobre la tristeza que aflige a Ana. Llega la soberana. Juana la recibe con nerviosismo, temerosa de que sospeche de su relación con Enrique VIII y presa de los remordimientos, pues ella es la causante de las desdichas de su señora. Smeton, paje y músico de la reina, entona una canción para alegrar la escena. Cuando se marchan todos, Juana es sorprendida por Enrique VIII. El rey, hastiado de sus encuentros secretos con ella, pretende hacer pública la relación. Presionado por la ambición de la dama, resuelve llevarla al altar una vez se haya librado de Ana.
En los jardines del castillo Lord Percy, recién llegado de su exilio, confiesa a Lord Rochefort, hermano de la reina, que aún sigue enamorado de Ana, y rememora aquel noviazgo de juventud que se vio truncado al casarse ella con Enrique VIII. Cuando llegan los reyes acompañados de su séquito, Percy es incapaz de contener la emoción al saludar a la soberana; tampoco ella logra disimular su sonrojo, lo que es advertido por todos, especialmente por el rey. Enrique VIII invita astutamente a Percy a establecerse en la corte, al tiempo que pide a su oficial, Hervey, que vigile los movimientos de Percy y de la reina y le mantenga informado.
Smeton, profundamente enamorado de la reina, se introduce en los aposentos de Ana para devolver un medallón con el retrato de la soberana que había sustraído. Al oír que llega alguien se esconde sin que le dé tiempo a poner la joya en su sitio. Percy, gracias a la mediación de Rochefort, mantiene un breve encuentro con Ana en el que le declara su amor incondicional. Sin embargo, la reina reacciona con firmeza, pidiéndole que se marche al extranjero y que nunca más vuelvan a verse. Entonces, Percy desenvaina la espada dispuesto a suicidarse, lo que obliga a Smeton a salir de su escondite para impedírselo. Los dos hombres se enzarzan tontamente provocando cierto alboroto y la reina se desmaya. El rey irrumpe y se encuentra una situación propicia con la que acusar a Ana de infidelidad. Para colmo, a Smeton se le cae el retrato de la reina, que Enrique VIII recoge y muestra a Ana cuando vuelve en sí, acusándola de traición. Pese a los ruegos y explicaciones de ella, el rey ordena el ingreso en celdas separadas de Ana, Percy, Smeton y Rochefort para ser juzgados.
Acto II
La Torre de Londres, donde se halla prisionera Ana Bolena. Juana ruega a la reina que se declare culpable de infidelidad, ya que es la única salida que le da el rey para evitar su condena a muerte. Ella se niega en rotundo. La dama insiste en su súplica, al tiempo que confiesa que ha sido ella quien la ha traicionado, al dejarse seducir por Enrique VIII. Ana la perdona.
Smeton ha acusado falsamente ante los jueces a Ana, Percy y Rochefort, coaccionado por el rey, creyendo que así los salvará de la muerte. Antes de entrar en la sala de los jueces, Ana suplica a Enrique VIII que le conceda la muerte sin hacerla pasar por la humillación de un juicio. El impulsivo Percy interviene proclamando que él es el verdadero esposo de Ana, pues se había prometido a ella antes de que Enrique VIII la conociera, lo que enfurece aún más al monarca y complica el proceso de la reina. A solas con Enrique VIII, Juana, desbordada por los remordimientos y consciente de que su ambición ha ido demasiado lejos, le suplica que no condene a Ana. El rey no da marcha atrás y los jueces sentencian pena de muerte a todos los procesados.
En la prisión, Rochefort se lamenta ante Percy de ser el causante de la tragedia de su hermana al haberla forzado a casarse con Enrique VIII, impulsado por su ansia de poder. Llega la noticia de que el rey los perdona a ambos, pero renuncian al indulto y deciden morir junto a la reina. Mientras, las damas de la corte custodian a Ana, quien en estado de enajenación mental evoca momentos de su boda con Enrique VIII y el trauma emocional que le supuso renunciar a Percy, su verdadero amor. Desde fuera llegan ecos de que Inglaterra ya tiene una nueva reina. Ana se desmaya. Los guardias llegan para llevarse a Percy, Rochefort y Smeton al patíbulo. Estos anuncian que una de las víctimas ya ha sido inmolada.
Acto I
En los aposentos de la reina los cortesanos departen sobre la tristeza que aflige a Ana. Llega la soberana. Juana la recibe con nerviosismo, temerosa de que sospeche de su relación con Enrique VIII y presa de los remordimientos, pues ella es la causante de las desdichas de su señora. Smeton, paje y músico de la reina, entona una canción para alegrar la escena. Cuando se marchan todos, Juana es sorprendida por Enrique VIII. El rey, hastiado de sus encuentros secretos con ella, pretende hacer pública la relación. Presionado por la ambición de la dama, resuelve llevarla al altar una vez se haya librado de Ana.
En los jardines del castillo Lord Percy, recién llegado de su exilio, confiesa a Lord Rochefort, hermano de la reina, que aún sigue enamorado de Ana, y rememora aquel noviazgo de juventud que se vio truncado al casarse ella con Enrique VIII. Cuando llegan los reyes acompañados de su séquito, Percy es incapaz de contener la emoción al saludar a la soberana; tampoco ella logra disimular su sonrojo, lo que es advertido por todos, especialmente por el rey. Enrique VIII invita astutamente a Percy a establecerse en la corte, al tiempo que pide a su oficial, Hervey, que vigile los movimientos de Percy y de la reina y le mantenga informado.
Smeton, profundamente enamorado de la reina, se introduce en los aposentos de Ana para devolver un medallón con el retrato de la soberana que había sustraído. Al oír que llega alguien se esconde sin que le dé tiempo a poner la joya en su sitio. Percy, gracias a la mediación de Rochefort, mantiene un breve encuentro con Ana en el que le declara su amor incondicional. Sin embargo, la reina reacciona con firmeza, pidiéndole que se marche al extranjero y que nunca más vuelvan a verse. Entonces, Percy desenvaina la espada dispuesto a suicidarse, lo que obliga a Smeton a salir de su escondite para impedírselo. Los dos hombres se enzarzan tontamente provocando cierto alboroto y la reina se desmaya. El rey irrumpe y se encuentra una situación propicia con la que acusar a Ana de infidelidad. Para colmo, a Smeton se le cae el retrato de la reina, que Enrique VIII recoge y muestra a Ana cuando vuelve en sí, acusándola de traición. Pese a los ruegos y explicaciones de ella, el rey ordena el ingreso en celdas separadas de Ana, Percy, Smeton y Rochefort para ser juzgados.
Acto II
La Torre de Londres, donde se halla prisionera Ana Bolena. Juana ruega a la reina que se declare culpable de infidelidad, ya que es la única salida que le da el rey para evitar su condena a muerte. Ella se niega en rotundo. La dama insiste en su súplica, al tiempo que confiesa que ha sido ella quien la ha traicionado, al dejarse seducir por Enrique VIII. Ana la perdona.
Smeton ha acusado falsamente ante los jueces a Ana, Percy y Rochefort, coaccionado por el rey, creyendo que así los salvará de la muerte. Antes de entrar en la sala de los jueces, Ana suplica a Enrique VIII que le conceda la muerte sin hacerla pasar por la humillación de un juicio. El impulsivo Percy interviene proclamando que él es el verdadero esposo de Ana, pues se había prometido a ella antes de que Enrique VIII la conociera, lo que enfurece aún más al monarca y complica el proceso de la reina. A solas con Enrique VIII, Juana, desbordada por los remordimientos y consciente de que su ambición ha ido demasiado lejos, le suplica que no condene a Ana. El rey no da marcha atrás y los jueces sentencian pena de muerte a todos los procesados.
En la prisión, Rochefort se lamenta ante Percy de ser el causante de la tragedia de su hermana al haberla forzado a casarse con Enrique VIII, impulsado por su ansia de poder. Llega la noticia de que el rey los perdona a ambos, pero renuncian al indulto y deciden morir junto a la reina. Mientras, las damas de la corte custodian a Ana, quien en estado de enajenación mental evoca momentos de su boda con Enrique VIII y el trauma emocional que le supuso renunciar a Percy, su verdadero amor. Desde fuera llegan ecos de que Inglaterra ya tiene una nueva reina. Ana se desmaya. Los guardias llegan para llevarse a Percy, Rochefort y Smeton al patíbulo. Estos anuncian que una de las víctimas ya ha sido inmolada.