Opéra fantastique en cinco actos
Libreto de Jules Barbier
basado en la tragedia de Jules Barbier y Michel Carré
Edición: Michael Kaye & Jean-Christophe Keck, Schott Music GmbH &
Co
LES CONTES D'HOFFMANN
Jacques Offenbach
Jacques Offenbach quiso
componer una ópera antes de morir basada en algunos cuentos de
Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, escritor, músico y uno de los
exponentes más preclaros del Romanticismo alemán. La obra cuenta
con libreto de Jules Barbier, que, junto con la música de
Offenbach, crean un fascinante poliedro de almas que se mueven en
el juego romántico del retrato y su negativo. Una multitud de
personajes en apariencia que se reducen en su esencia a tres: el
protagonista Hoffmann, su amada presentada bajo las formas de
Olympia, Antonia, Giulietta, Stella; y el diabólico antagonista del
poeta, encarnado por los Lindorf, Coppelius, Miracle y
Dapertutto.
enero 2022 |
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---|---|---|---|
23 | domingo | 18:00 | |
26 | miércoles | 19:00 | |
28 | viernes | 19:00 | |
31 | lunes | 19:00 |
Equipo creativo
Dirección musical
Marc Minkowski
Dirección de escena
Johannes Erath
Escenografía
Heike Scheele
Vestuario
Gesine Völlm
Iluminación
Fabio Antoci
Video
Alexander Scherpink
Dramaturgia
Anne Gerber
Reparto
Olimpia/Antonia/Giulietta/Stella
Pretty Yende
Nicklausse/La Muse
Paula Murrihy
La voix de la tombe
Eva Kroon
Hoffmann
John Osborn
Lindorf/Coppelius/Le Docteur/Le Capitaine
Alex Esposito
Spalanzani
Moisés Marín
Crespel/Maître Luther
Tomislav Lavoie
Schlémil
Isaac Galán
Andrès/Cochenille/Frantz/Pittichinaccio
Marcel Beekman
Nathanaël
Roger Padullés
Hermann, Wilhelm, Le capitaine des Sbires
Tomeu Bibiloni
Cor de la Generalitat Valenciana
Director Francesc Perales
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Producción de la Semperoper de Dresde
Audio
Sinopsis
Acto I (Prólogo)
Taberna de Luther en Núremberg. Espíritus del vino y la cerveza alaban las virtudes que tiene la bebida para ahogar las penas. De un barril emerge la Musa, protectora del poeta Hoffmann, que adquiere la apariencia de Nicklausse, amigo del escritor, con el fin de guiarlo en sus aventuras y desdichas. Pretende que Hoffmann renuncie al enfermizo amor que siente por la hermosa cantante Stella. La diva ha citado por carta al escritor en su camerino, al final de su actuación en Don Giovanni en un teatro cercano a la taberna. Pero Lindorf, rival amoroso de Hoffmann, ha interceptado la misiva e intentará impedir el encuentro. Hace su aparición Hoffmann junto a un grupo de estudiantes. El escritor comienza a beber y da rienda suelta a su fantasía en la narración de sus historias amorosas con tres mujeres que juntas simbolizan a Stella, su prototipo ideal.
Acto II (Olympia)
El físico Spalanzani admira la belleza de Olympia, una muñeca mecánica creada por él con los ojos que le ha proporcionado Coppélius, un vendedor de artilugios al que ha despachado con un pagaré. Hoffmann, alumno del científico, se ha enamorado de ella, pese a las sospechas sobre su origen advertidas por Nicklausse. Spalanzani presenta a Olympia en sociedad y todos quedan prendados de su hermosura y su habilidad para cantar. Hoffmann se declara y ella parece corresponderle, pero sale impulsada fuera de la habitación, como si huyera de él, debido a un mal funcionamiento mecánico. Más tarde, cuando Hoffmann baila un vals con Olympia, vuelve a evidenciarse el movimiento defectuoso y peligroso del autómata, por lo que Spalanzani opta por esconderla. Entretanto, Coppélius ha regresado furioso porque no ha podido cobrar el pagaré. Tras acceder a la estancia de Olympia, la destruye. Hoffmann queda perplejo al darse cuenta de la realidad, mientras los invitados se burlan de él.
Acto III (Antonia)
Mansión de Crespel en Múnich. Su hija Antonia entona una triste melodía en recuerdo de su madre, una famosa cantante recientemente fallecida. Crespel le ruega que no vuelva a cantar más, y se dispone a salir, tras exigir a su criado Franz que no deje entrar a nadie en la casa. Éste desatiende sus órdenes y recibe a Nicklausse y a Hoffmann, a quien Crespel pretende apartar de su hija por considerarlo una mala influencia. Hoffmann y Antonia se abrazan y cantan una canción de amor que deja a Antonia agotada. La muchacha le suplica que se marche antes de que les vea su padre, pero Hoffmann se oculta para averiguar qué afecta tanto a la salud de su amada. Llega el siniestro doctor Miracle, a quien Crespel detesta por creerle responsable de la muerte de su esposa. El doctor insiste en examinar a Antonia, que está con la mirada ausente, y ofrece sus servicios para curarla. El padre se niega y lo expulsa de su casa. Hoffmann, que ha escuchado la conversación, entiende ahora que Antonia tiene una enfermedad que se agrava si canta, por lo que le pide que deje de hacerlo, como muestra de amor hacia él. Cuando Hoffmann se marcha, el malvado Miracle se introduce en la habitación de Antonia y la incita a cantar sin parar respondiendo a la voz de su madre que emerge del retrato que preside la estancia invocada por los maleficios del doctor. La joven cae muerta en brazos de Crespel, quien culpa a Hoffmann de lo ocurrido.
Acto IV (Giulietta)
Mansión de la cortesana Giulietta en Venecia. Nicklausse y Giulietta cantan una seductora barcarola que celebra los placeres efímeros de la vida. Hoffmann se ha entregado al amor frívolo y al disfrute de la bebida. Nicklausse le previene sobre el amante de Giulietta, Schlémil, y en general de la intrigante gente que les rodea. Llega en una góndola el malvado Dapertuto. Éste solicita a Giulietta, a cambio de un irresistible diamante, que le consiga el reflejo del rostro de Hoffmann, como ya hizo con el de Schlémil, quien renunció a su alma a cambio de poseer a Giulietta. Nicklausse alerta a Hoffmann de un complot contra él y le ruega partir inmediatamente. Pero él se niega a marcharse sin Giulietta. La cortesana simula tristeza y cuenta al poeta que no puede huir con él porque Schlémil la encierra cada noche con la llave que cuelga de su cuello. Él promete liberarla; ella le ofrece su amor y lo engatusa para que le entregue el reflejo de su rostro. Hoffmann accede, tras lo cual se desmaya. Recobrado el conocimiento, se enfrenta en duelo a Schlémil y consigue arrebatarle la llave. El poeta corre victorioso en busca de Giulietta, pero la cortesana ha desaparecido.
Acto V (Epílogo)
De nuevo en la taberna de Luther. Hoffmann ha finalizado el relato de sus historias amorosas y continúa bebiendo junto a los estudiantes. Stella entra triunfante en la taberna tras su actuación. Hoffmann, embriagado por el alcohol y la melancolía, apenas repara en ella; la confunde con las tres mujeres producto de su fantasía. La diva lo ignora, y se marcha con Lindorf. Mientras, Nicklausse vuelve a recobrar el aspecto de la Musa protectora de Hoffmann.
Taberna de Luther en Núremberg. Espíritus del vino y la cerveza alaban las virtudes que tiene la bebida para ahogar las penas. De un barril emerge la Musa, protectora del poeta Hoffmann, que adquiere la apariencia de Nicklausse, amigo del escritor, con el fin de guiarlo en sus aventuras y desdichas. Pretende que Hoffmann renuncie al enfermizo amor que siente por la hermosa cantante Stella. La diva ha citado por carta al escritor en su camerino, al final de su actuación en Don Giovanni en un teatro cercano a la taberna. Pero Lindorf, rival amoroso de Hoffmann, ha interceptado la misiva e intentará impedir el encuentro. Hace su aparición Hoffmann junto a un grupo de estudiantes. El escritor comienza a beber y da rienda suelta a su fantasía en la narración de sus historias amorosas con tres mujeres que juntas simbolizan a Stella, su prototipo ideal.
Acto II (Olympia)
El físico Spalanzani admira la belleza de Olympia, una muñeca mecánica creada por él con los ojos que le ha proporcionado Coppélius, un vendedor de artilugios al que ha despachado con un pagaré. Hoffmann, alumno del científico, se ha enamorado de ella, pese a las sospechas sobre su origen advertidas por Nicklausse. Spalanzani presenta a Olympia en sociedad y todos quedan prendados de su hermosura y su habilidad para cantar. Hoffmann se declara y ella parece corresponderle, pero sale impulsada fuera de la habitación, como si huyera de él, debido a un mal funcionamiento mecánico. Más tarde, cuando Hoffmann baila un vals con Olympia, vuelve a evidenciarse el movimiento defectuoso y peligroso del autómata, por lo que Spalanzani opta por esconderla. Entretanto, Coppélius ha regresado furioso porque no ha podido cobrar el pagaré. Tras acceder a la estancia de Olympia, la destruye. Hoffmann queda perplejo al darse cuenta de la realidad, mientras los invitados se burlan de él.
Acto III (Antonia)
Mansión de Crespel en Múnich. Su hija Antonia entona una triste melodía en recuerdo de su madre, una famosa cantante recientemente fallecida. Crespel le ruega que no vuelva a cantar más, y se dispone a salir, tras exigir a su criado Franz que no deje entrar a nadie en la casa. Éste desatiende sus órdenes y recibe a Nicklausse y a Hoffmann, a quien Crespel pretende apartar de su hija por considerarlo una mala influencia. Hoffmann y Antonia se abrazan y cantan una canción de amor que deja a Antonia agotada. La muchacha le suplica que se marche antes de que les vea su padre, pero Hoffmann se oculta para averiguar qué afecta tanto a la salud de su amada. Llega el siniestro doctor Miracle, a quien Crespel detesta por creerle responsable de la muerte de su esposa. El doctor insiste en examinar a Antonia, que está con la mirada ausente, y ofrece sus servicios para curarla. El padre se niega y lo expulsa de su casa. Hoffmann, que ha escuchado la conversación, entiende ahora que Antonia tiene una enfermedad que se agrava si canta, por lo que le pide que deje de hacerlo, como muestra de amor hacia él. Cuando Hoffmann se marcha, el malvado Miracle se introduce en la habitación de Antonia y la incita a cantar sin parar respondiendo a la voz de su madre que emerge del retrato que preside la estancia invocada por los maleficios del doctor. La joven cae muerta en brazos de Crespel, quien culpa a Hoffmann de lo ocurrido.
Acto IV (Giulietta)
Mansión de la cortesana Giulietta en Venecia. Nicklausse y Giulietta cantan una seductora barcarola que celebra los placeres efímeros de la vida. Hoffmann se ha entregado al amor frívolo y al disfrute de la bebida. Nicklausse le previene sobre el amante de Giulietta, Schlémil, y en general de la intrigante gente que les rodea. Llega en una góndola el malvado Dapertuto. Éste solicita a Giulietta, a cambio de un irresistible diamante, que le consiga el reflejo del rostro de Hoffmann, como ya hizo con el de Schlémil, quien renunció a su alma a cambio de poseer a Giulietta. Nicklausse alerta a Hoffmann de un complot contra él y le ruega partir inmediatamente. Pero él se niega a marcharse sin Giulietta. La cortesana simula tristeza y cuenta al poeta que no puede huir con él porque Schlémil la encierra cada noche con la llave que cuelga de su cuello. Él promete liberarla; ella le ofrece su amor y lo engatusa para que le entregue el reflejo de su rostro. Hoffmann accede, tras lo cual se desmaya. Recobrado el conocimiento, se enfrenta en duelo a Schlémil y consigue arrebatarle la llave. El poeta corre victorioso en busca de Giulietta, pero la cortesana ha desaparecido.
Acto V (Epílogo)
De nuevo en la taberna de Luther. Hoffmann ha finalizado el relato de sus historias amorosas y continúa bebiendo junto a los estudiantes. Stella entra triunfante en la taberna tras su actuación. Hoffmann, embriagado por el alcohol y la melancolía, apenas repara en ella; la confunde con las tres mujeres producto de su fantasía. La diva lo ignora, y se marcha con Lindorf. Mientras, Nicklausse vuelve a recobrar el aspecto de la Musa protectora de Hoffmann.