Samson et Dalila
Camille Saint-Saëns
17 enero 2016 · 18.00 h
23 enero 2016 · 19.00 h
Sala Principal
Dirección musical
Roberto Abbado
Dirección de escena, escenografía e iluminación
La Fura dels Baus. Carlus Padrissa
Vestuario
Chu Uroz
Coreografía
Zamira Pasceri
Videocreación
Marc Molinos
Maestro Bondage
Alfil
Producción
Teatro dell’Opera di Roma
Cor de la Generalitat Valenciana
Francesc Perales, director
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Samson
Gregory Kunde
Dalila
Varduhi Abrahamyan
Sumo Sacerdote de Dagón
André Heyboer
Abimélech
Alejandro López *
Un viejo hebreo
Jihoon Kim
Mensajero filisteo
Emmanuel Faraldo *
Primer filisteo
David Fruci
Segundo filisteo
Javier Galán
* Centre Plácido Domingo
ACTO PRIMERO
En la bíblica ciudad de Gaza, hacia el año115 a. C.
En la plaza del templo de Dagón están reunidos los judíos que sirven como esclavos de los filisteos. Ruegan a Yahveh ante el templo pagano, implorando el alivio de sus sufrimientos y humillaciones en el cautiverio. Uno de ellos, Sansón, eleva su voz de entre el colectivo hebreo y anima a sus correligionarios a levantarse contra sus opresores, para sorpresa y burla de Abimelech, el gobernante de Gaza, que se ha sentido atraído por el rumor de los hebreos. Sansón, de nuevo portavoz de su pueblo, anuncia en tono profético la hora final del pueblo de los filisteos y mata al sátrapa con su propia espada. Alertado por el fragor del acontecimiento, el gran sacerdote de Dagón, que estaba en el templo, incita a los filisteos para que venguen la muerte de su gobernante, aunque su voz apenas tiene eco y éstos huyen ante la revuelta febril de los hebreos. Inspirados por la esperanza en la liberación, Sansón y su pueblo entonan loas e himnos de agradecimiento a Yahveh cuando Dalila, acompañada por una nutrido grupo de muchachas filisteas, acude a homenajear a los cautivos, momentáneos vencedores en su rebelión. Pero su visita seguramente oculta oscuros fines. Sorprende a un Sansón entregado a sus rezos y lo invita a acudir después a su morada. Un anciano hebreo le advierte del peligro que esa mujer supone para él, y para todos. Pero la seducción ha obrado ya su hechizo.
ACTO SEGUNDO
De noche en la casa de Dalila, fuera. El valle de Sorek.
Dalila espera a Sansón a la puerta de su casa, meditando su próxima actuación ante él. Es entonces cuando llega el gran sacerdote de Dagón y le pide que intente descubrir el secreto de la fuerza de Sansón. La conversación, mezclada con la tormenta, concluye con la determinación de la mujer, que se dispone a arrancarle al hebreo el codiciado secreto. Entre rayos y truenos acude Sansón a la morada de Dalila, dividida su alma y su corazón entre la atracción que siente por ella y la fidelidad debida a su dios y a su pueblo rebelado. Aunque no le resulta fácil, finalmente Dalila consigue hacer entrar a Sansón en su casa, aunque éste lo hace sólo para acabar con la comprometida situación y dejar a la filistea. Ella, consciente de que su estrategia pende del hilo del deseo, consigue con sus esfuerzos seducir al judío y, cuando éste se ha entregado a su abrazo, logra que le confíe su secreto; ella en ese momento lo entrega a los soldados filisteos que, celados, aguardaban el momento justo para hacerlo cautivo.
ACTO TERCERO
Cuadro primero. La prisión de Gaza.
Sansón, débil y ciego, está encadenado a la rueda de un molino, a la que hace girar. Fuera, en las calles de Gaza, el pueblo hebreo ha vuelto a su estado de cautiverio. Sansón, con los ojos ciegos mirando a dios en su interior, implora el perdón a dios mientras los judíos le reprochan su entrega a Dalila. En esos momentos de arrepentimiento y reproches, aparecen los soldados filisteos que se llevan a Sansón al templo de Dagón, para exponerlo al escarnio público.
Cuadro segundo. Dentro del templo de Dagón.
En el templo de Dagón están reunidos el pueblo filisteo, Dalila y el gran sacerdote de Dagón, celebrando la reciente victoria contra los esclavos sublevados. Sometido a la burla y las chanzas, Sansón asiste a una bacanal sagrada en la que Dalila aprovecha para confesarle a Sansón su meditado engaño. Acabada la orgía, Sansón es llevado al centro del templo para obligarlo a adorar a Dagón. Un niño coloca al ciego hebreo entre las columnas que sostienen en pie el templo e, implorando a Dios que le devuelva la fuerza un último instante, consigue derribarlas, sepultando bajo las piedras al pueblo filisteo.