El amor brujo
Manuel de Falla
Sala Principal
La Gitanería en un acto y dos cuadros de Manuel de Falla y Gregorio Martínez Sierra cruza el puente de los tiempos para correr un siglo y presentarse hoy con tecnológicas galas. Música de profundas raíces, las esencias son siempre universales, se vistan como se vistan.
Duración aproximada: 1 h 30 min
Noches en los jardines de España
En el Generalife
El sombrero de tres picos
Introducción
La vida breve
Danza
Vidalita
Cante popular
El amor brujo
Dirección de escena y escenografía
Carlus Padrissa (La fura dels Baus)
Coreografía
Pol Jiménez
Diseño de vestuario
Chu Uroz
Iluminación
Carles Rigual
Efectos especiales
Thomas Bautenbacher
Video
Manuel G Frasquiel
Producción
Teatros del Canal
Festival Internacional de Música y Danza de Granada, et al.
Candela
Esperanza Fernández
Guitarra
Miguel Ángel Cortés
Piano
Antonio Galera
Bailarines
Pol Jiménez, Miranda Alfonso, Marta Bonilla, Yaiza Espigares, Carmen Muñoz, Montserrat Selma, José Manuel Álvarez, Juan Carlos Avecilla
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Dirección musical
Andrés Salado
El amor brujo, o la rebelión de una mujer anulada
En 1915 firmaba Manuel de Falla una de sus más inquietantes obras dedicadas a la tragedia íntima de la mujer: El amor brujo. Una pieza, sin duda, menos refinadamente violenta que su otro drama femenino, La vida breve (obra de agresión entre la Andalucía blanca y la gitana), y que contaba con una arquitectura menos comprensible que otras, además de ofrecer una superficie más salvaje y enriscada.
Falla acababa de volver de París, donde había residido desde 1907, y la primera obra que compuso al volver a su tierra fue esta Gitanería en un acto y dos cuadros escrita expresamente para Pastora Imperio -cantaora y bailaora-, a partir de la dramaturgia y los textos hilvanados por Gregorio Martínez Sierra, animados por la gitana Candelas, la Gitana vieja, la Gitanilla y un par de gitanillos más.
La música, que bebe en la fuente fresca de la tradición y la leyenda, delataba una raíz enérgica y extrañamente primitiva, violenta y elemental a la par que sofisticada en su destilada pureza, no exenta de punzadas de un orientalismo tan en boga por entonces, que no resultan sorprendentes dada la raigambre clara con al-Ándalus. Todo ello con un suave tino vanguardista, capaz de elaborar un material propio e inédito desde el corazón mismo del folclore, el espíritu y la esencia.
El estreno fue en Madrid, en el Teatro Lara, el 15 de abril de 1915.
Hasta aquí la información oficial y objetiva. Aunque no es del todo cierta. La verdad es que el libreto no fue obra de Gregorio Martínez Sierra, sino de su esposa, María de la O Lejárraga, escritora y política en activo que llegaría a ser diputada por el Partido Socialista en 1933, tras ser protagonista absoluta de ese proceso fascinante de denuncia y liberación de la mujer que se vivió en la España del primer cuarto de siglo XX. Una España donde los colectivos oprimidos, con la mujer y los marginados a la cabeza, empezaban a elevar la honda voz.
Y esa voz de la mujer oprimida sirve de hilo dramatúrgico a esta versión inclusiva de músicas de Falla, imágenes, danza y actuación, pues es el imaginado personaje de María de la O Lejárraga quien conduce el espectáculo de principio a fin.
El amor brujo, tan hermano de La vida breve en lo trágico y tan imbricado con Noches en los jardines de España o El sombrero de tres picos en lo sensorial, lo estético y lo novedoso, se complementa en ocasión de este espectáculo con música de las citadas obras y encuentra el perfecto correlato ideológico en las filmaciones hechas por José Val del Omar, colaborador más tarde de García Lorca y María Zambrano, y activo impulsor de las misiones pedagógicas de la Segunda República. Las imágenes usadas, grabadas por los mismos años en que Falla andaba componiendo sus músicas, añaden su visión entre expresionista y surrealista tan afín al propio Falla.
Anselmo Alonso Soriano