NIÑO DE ELCHE
Antología del cante flamenco
heterodoxo
El día
de representación sale a la venta el 5% del aforo reservado por ley
para vender ese mismo día.
Francisco Contreras Molina, artísticamente
conocido como Niño de Elche, es uno de los innovadores más
importantes del flamenco moderno. Artista polifacético, ha
evolucionado desde unos comienzos como mero cantaor a un estilo
absolutamente personal, forjado a partir de influencias del jazz,
rap, pop, música electrónica o ritmos latinos, como en su álbum
Colombiana; todo cuanto la investigación musical, la inquietud por
las artes en general o la situación sociopolítica de su entorno le
induce a incorporar en sus cada vez más revolucionarios trabajos.
Uno de los más aplaudidos, con el que se presenta en Les Arts, es
Antología del cante flamenco heterodoxo, radiografía de un artista
comprometido con el devenir de la cultura de su tiempo, que invita
al espectador a reflexionar, levantando el elogio o la crítica,
despertando emoción o indiferencia.
Ser revolucionario no es una
pose, sino, más bien, una cuestión de sangre. A Francisco
Contreras, NIÑO DE ELCHE para todos, la vida le bombea de otra
manera y por eso su decir artístico es distinto y, lo que es más
importante, absolutamente personal e intransferible. Si no discute
la norma flamenca por el mero hecho de contestar lo establecido,
sino porque, sencillamente, a su aliento le sale así, su música es
otra cosa: claro que no es flamenco! Es flamenco y muchas músicas
más: rock, electrónica, canción de autor… En épocas pasadas y no
tan lejanas, nombres como Camarón o Enrique Morente fueron
calificados de traidores por la ortodoxia flamenca, hasta que el
tiempo
dejó a las claras que sus incursiones mas allá de los márgenes de
la bulería o la soleá eran cuestión de sangre. Al descaro que tan
sólo busca el ruido y la provocación hueca se le diagnostica pronto
la trampa, pero, cuando la deflagración de todo lo establecido
sucede de dentro afuera, se produce el cambio y se convierte en
otra verdad. La Antología del cante flamenco heterodoxo (Sony,
2018) supuso todo un shock musical para la comunidad flamenca, cuyo
sector más tradicional tildó nuevamente a un genio de hereje.
Con dirección artística de Pedro G. Romero y la producción de Raúl
Fernández Refree, Niño de Elche no hizo más que liberar de manera
reflexiva su arte, que conecta con muchas disciplinas: la poesía,
la performance, el lenguaje audiovisual… Lo dicho, con lo que
alimenta su vida. Desde su publicación, este trabajo antológico ha
sumado admiradores y detractores a partes iguales. Las conclusiones
de todos ellos parten desde un género específico, el flamenco, pero
el círculo es erróneo, pues la música de NIÑO DE ELCHE hay que
valorarla sin prejuicios ni antecedentes; de ahí la genialidad,
porque los músicos con un universo artístico propio y de impacto
planetario se cuentan con los dedos de las dos manos.
Fandangos, farrucas, tanguillos, malagueñas, rumbas, saetas… Es
cierto que hay una sensibilidad decididamente flamenca en la
inspiración de Niño de Elche, pero también lo es que suele ser como
punto de partida de un viaje que —ya se ha sugerido— acaba teniendo
paisajes propios. Y palabras propias, pues, además de estéticas,
este Pancho Villa musical suma a su discurso reflexiones e ideas
con gran carga social y política; él lo tiene claro: no sólo de pan
vive el hombre.
En definitiva, por el pensamiento y la piel, el corazón y las
tripas…, lo de NIÑO DE ELCHE es un grito revolucionario con cientos
de trincheras, todas ellas instaladas en una verdad que quiere
ampliar el mundo.