TRISTAN UND ISOLDE
Richard WagnerHandlung en tres actos
Libreto del compositor
Tristan und Isolde, o la mística disolución.
La historia de Isolda de Irlanda y del joven Tristán se ha empeñado en mostrar el carácter trascendente del amor como ruptor de lindes y como transgresor de corporeidades. La infinitud buscada en su desarrollo, la continua transformación de la célula melódica original, y la destrucción de la forma previa sólo persiguen un horizonte: la superación de la atadura física. Tristán e Isolda son la vida más allá de la vida, siendo ésta sinónimo de muerte; siendo tal muerte el paso a la forma más perfecta de energía que, como una luz cegadora, lo sume todo en un abismo de inconsciente y supremo deleite.
abril 2023 |
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20 | jueves | 19:00 | |
23 | domingo | 18:00 | |
26 | miércoles | 19:00 | |
29 | sábado | 19:00 | |
mayo 2023 |
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03 | miércoles | 19:00 |
Equipo creativo
Dirección musical
James Gaffigan
Dirección de escena
Àlex Ollé (La Fura dels Baus)
Escenografía
Alfons Flores
Vestuario
Josep Abril
Iluminación
Urs Schönebaum
Video
Franc Aleu
Reparto
Tristan
Stephen Gould
König Marke
Ain Anger
Isolde
Ricarda Merbeth
Brangäne
Claudia Mahnke
Kurwenal
Kostas Smoriginas
Melot
Moisés Marín
Un timonel
Alejandro Sánchez++
Cor de la Generalitat Valenciana
Director Francesc Perales
Orquestra de la Comunitat Valenciana
++Centre de
Perfeccionament
Producción de la Opéra de Lyon
Audio
Sinopsis
ACTO I
Tristan, sobrino y leal súbdito del rey Marke, viaja de Irlanda a Cornualles, en la costa inglesa. A bordo de su barco escolta a la prometida de su tío, la princesa irlandesa Isolda. La travesía transcurre en un clima asfixiante para ella ante la incertidumbre que le depara su matrimonio con un hombre maduro al que no ama y ni siquiera conoce. Siente deseos de que la nave se hunda y no llegue nunca a Cornualles. Su doncella Brangäne intenta calmarla sin éxito.
En la cubierta, próximo a los aposentos de Isolde, se halla Tristan acompañado por Kurwenal, su hombre de confianza. Isolde reclama a través de su dama de compañía la presencia de Tristan. Éste se niega a acudir y responde con evasivas. Además, Kurwenal despide a Brangäne con impertinentes. Isolde, que lo ha oído todo, se enfurece. Ya más tranquila, relata a Brangäne cómo conoció al caballero que ahora la evita: en cierta ocasión ella le salvó la vida al curar sus graves heridas de guerra, gracias al uso de filtros milagrosos que le había enseñado a preparar su madre. Mientras Tristan aún se recuperaba, Isolde averiguó que tenía ante sí al asesino de su prometido Morold. Entonces quiso matarlo, pero al verle abrir los ojos, malherido, tumbado en su lecho, un extraño sentimiento de amor y de odio al mismo tiempo se apoderó de ella, y fue incapaz de hacerlo. Tras su convalecencia, él le juró que siempre le mostraría agradecimiento por sus cuidados. Sin embargo, lo que ha hecho es ofrecerla a su tío como esposa.
Brangäne intenta convencer a su señora de que desposarse con un rey no es precisamente ninguna deshonra. La visión de Isolde es bien distinta: Tristan no sólo no le ha manifestado amor alguno, sino que además la ha ofendido durante el viaje. Dispuesta a acabar con su infortunio, solicita a Brangäne que, del cofre donde guarda los filtros de su madre, coja el de la muerte. Kurwenal irrumpe en la tienda para avisar a las mujeres de que estén listas para desembarcar. Isolde exige que Tristan venga a disculparse, o de lo contario se niega a presentarse ante el rey Marke. Recibido el recado, Tristan no tiene más remedio que acudir a la llamada de la princesa. Ella, tras mostrarle sus reproches y resentimientos por haber dado muerte a su prometido Morold, le propone hacer las paces y brindar por la amistad. Isolde ofrece a Tristan la copa que le ha preparado Brangäne, con intención de acabar con su vida. A continuación bebe ella también. Pero en lugar de la muerte para ambos que esperaba Isolde tras la ingesta del brebaje, lo que ocurre es que entre ellos se produce una incontenible atracción que los hace fundirse en un apasionado abrazo, fruto del filtro amoroso que Brangäne ha vertido sobre la copa, en lugar del veneno mortal que le había ordenado Isolde. Las voces de los marineros anuncian el desembarco en Cornualles.
ACTO II
Jardín próximo al castillo del rey Marke. Isolde aguarda impaciente el encuentro con Tristan, aprovechando que el rey ha salido repentinamente de caza. Brangäne, advierte a su señora de que Melot, caballero de Marke, está al acecho con el propósito de descubrir a los amantes. Isolde resta importancia a estas sospechas porque considera a Melot un fiel amigo de Tristan, y pide a Brangäne que apague la antorcha en señal de que no hay nadie más por el lugar y su amado ya pueda acercarse. La doncella, temerosa de que el idilio se descubra, se resiste a extinguir la llama y se lamenta de ser la responsable de la descontrolada pasión amorosa que agita los corazones de Tristan e Isolde. Entonces Isolde, reacia a perder tiempo en discusiones, apaga la antorcha y pide a Brangäne que se limite a velar por la seguridad de su cita secreta.
Tristan se aproxima emocionado. El encuentro amoroso transcurre en un ambiente ensoñador, propiciado por la mágica oscuridad de la noche y el manto del bosque, que abrigan un amor clandestino e imposible. Los amantes se sienten extasiados y no desean separarse, a pesar de las advertencias de la cauta Brangäne sobre el peligro que les amenaza. El clima idílico del momento se enturbia al aparecer súbitamente Kurwenal para avisar a Tristan de que el rey y su séquito se acercan. Aunque de nada sirve ya. Melot, seguido de Marke, sorprende a los amantes. El rey no comprende la traición de su fiel Tristan, pues fue él mismo quien le propuso a Isolde como esposa. Tristan, sin dar explicación alguna, pregunta a Isolde si está dispuesta a seguirle, a lo que ella responde incondicionalmente que sí. Esto enciende los celos de Melot, secretamente enamorado de Isolde, lo que le empuja a desenvainar su espada contra Tristan. Los dos caballeros se enfrentan. Tristan deja caer su arma y cae herido en los brazos de Kurwenal. Marke detiene a Melot.
ACTO III
Castillo de Tristan sobre un acantilado, en Kareol. Herido de gravedad y atendido por su fiel Kurwenal, Tristan aguarda desesperado la llegada de Isolde, la única que podrá obrar de nuevo el milagro de sanarle con sus ungüentos mágicos. La espera se hace interminable y la fiebre le provoca desmayos y delirio. Un pastor anuncia por fin la aproximación del navío de Isolde. Tristan, emocionado, se incorpora para acudir a su encuentro. Mas tan solo le queda aliento para pronunciar el nombre de su amada y morir en sus brazos. Otro barco que seguía al de Isolde arriba al castillo. En él viene el rey Marke con su séquito dispuesto a bendecir la unión de Tristan e Isolde, una vez que Brangäne le ha relatado la trama del filtro amoroso. Ignorando el buen propósito de la visita real, Kurwenal, destrozado por la muerte de Tristan, se abalanza sobre Melot y lo mata. Él también muere en el enfrentamiento. Isolde, ajena a todo lo ocurrido a su alrededor, permanece extasiada ante el cuerpo de su amado. Liebestod. Tras contemplarlo serenamente, cae muerta, como transfigurada, sobre Tristan.
Tristan, sobrino y leal súbdito del rey Marke, viaja de Irlanda a Cornualles, en la costa inglesa. A bordo de su barco escolta a la prometida de su tío, la princesa irlandesa Isolda. La travesía transcurre en un clima asfixiante para ella ante la incertidumbre que le depara su matrimonio con un hombre maduro al que no ama y ni siquiera conoce. Siente deseos de que la nave se hunda y no llegue nunca a Cornualles. Su doncella Brangäne intenta calmarla sin éxito.
En la cubierta, próximo a los aposentos de Isolde, se halla Tristan acompañado por Kurwenal, su hombre de confianza. Isolde reclama a través de su dama de compañía la presencia de Tristan. Éste se niega a acudir y responde con evasivas. Además, Kurwenal despide a Brangäne con impertinentes. Isolde, que lo ha oído todo, se enfurece. Ya más tranquila, relata a Brangäne cómo conoció al caballero que ahora la evita: en cierta ocasión ella le salvó la vida al curar sus graves heridas de guerra, gracias al uso de filtros milagrosos que le había enseñado a preparar su madre. Mientras Tristan aún se recuperaba, Isolde averiguó que tenía ante sí al asesino de su prometido Morold. Entonces quiso matarlo, pero al verle abrir los ojos, malherido, tumbado en su lecho, un extraño sentimiento de amor y de odio al mismo tiempo se apoderó de ella, y fue incapaz de hacerlo. Tras su convalecencia, él le juró que siempre le mostraría agradecimiento por sus cuidados. Sin embargo, lo que ha hecho es ofrecerla a su tío como esposa.
Brangäne intenta convencer a su señora de que desposarse con un rey no es precisamente ninguna deshonra. La visión de Isolde es bien distinta: Tristan no sólo no le ha manifestado amor alguno, sino que además la ha ofendido durante el viaje. Dispuesta a acabar con su infortunio, solicita a Brangäne que, del cofre donde guarda los filtros de su madre, coja el de la muerte. Kurwenal irrumpe en la tienda para avisar a las mujeres de que estén listas para desembarcar. Isolde exige que Tristan venga a disculparse, o de lo contario se niega a presentarse ante el rey Marke. Recibido el recado, Tristan no tiene más remedio que acudir a la llamada de la princesa. Ella, tras mostrarle sus reproches y resentimientos por haber dado muerte a su prometido Morold, le propone hacer las paces y brindar por la amistad. Isolde ofrece a Tristan la copa que le ha preparado Brangäne, con intención de acabar con su vida. A continuación bebe ella también. Pero en lugar de la muerte para ambos que esperaba Isolde tras la ingesta del brebaje, lo que ocurre es que entre ellos se produce una incontenible atracción que los hace fundirse en un apasionado abrazo, fruto del filtro amoroso que Brangäne ha vertido sobre la copa, en lugar del veneno mortal que le había ordenado Isolde. Las voces de los marineros anuncian el desembarco en Cornualles.
ACTO II
Jardín próximo al castillo del rey Marke. Isolde aguarda impaciente el encuentro con Tristan, aprovechando que el rey ha salido repentinamente de caza. Brangäne, advierte a su señora de que Melot, caballero de Marke, está al acecho con el propósito de descubrir a los amantes. Isolde resta importancia a estas sospechas porque considera a Melot un fiel amigo de Tristan, y pide a Brangäne que apague la antorcha en señal de que no hay nadie más por el lugar y su amado ya pueda acercarse. La doncella, temerosa de que el idilio se descubra, se resiste a extinguir la llama y se lamenta de ser la responsable de la descontrolada pasión amorosa que agita los corazones de Tristan e Isolde. Entonces Isolde, reacia a perder tiempo en discusiones, apaga la antorcha y pide a Brangäne que se limite a velar por la seguridad de su cita secreta.
Tristan se aproxima emocionado. El encuentro amoroso transcurre en un ambiente ensoñador, propiciado por la mágica oscuridad de la noche y el manto del bosque, que abrigan un amor clandestino e imposible. Los amantes se sienten extasiados y no desean separarse, a pesar de las advertencias de la cauta Brangäne sobre el peligro que les amenaza. El clima idílico del momento se enturbia al aparecer súbitamente Kurwenal para avisar a Tristan de que el rey y su séquito se acercan. Aunque de nada sirve ya. Melot, seguido de Marke, sorprende a los amantes. El rey no comprende la traición de su fiel Tristan, pues fue él mismo quien le propuso a Isolde como esposa. Tristan, sin dar explicación alguna, pregunta a Isolde si está dispuesta a seguirle, a lo que ella responde incondicionalmente que sí. Esto enciende los celos de Melot, secretamente enamorado de Isolde, lo que le empuja a desenvainar su espada contra Tristan. Los dos caballeros se enfrentan. Tristan deja caer su arma y cae herido en los brazos de Kurwenal. Marke detiene a Melot.
ACTO III
Castillo de Tristan sobre un acantilado, en Kareol. Herido de gravedad y atendido por su fiel Kurwenal, Tristan aguarda desesperado la llegada de Isolde, la única que podrá obrar de nuevo el milagro de sanarle con sus ungüentos mágicos. La espera se hace interminable y la fiebre le provoca desmayos y delirio. Un pastor anuncia por fin la aproximación del navío de Isolde. Tristan, emocionado, se incorpora para acudir a su encuentro. Mas tan solo le queda aliento para pronunciar el nombre de su amada y morir en sus brazos. Otro barco que seguía al de Isolde arriba al castillo. En él viene el rey Marke con su séquito dispuesto a bendecir la unión de Tristan e Isolde, una vez que Brangäne le ha relatado la trama del filtro amoroso. Ignorando el buen propósito de la visita real, Kurwenal, destrozado por la muerte de Tristan, se abalanza sobre Melot y lo mata. Él también muere en el enfrentamiento. Isolde, ajena a todo lo ocurrido a su alrededor, permanece extasiada ante el cuerpo de su amado. Liebestod. Tras contemplarlo serenamente, cae muerta, como transfigurada, sobre Tristan.