Ópera en un acto y siete escenas
Libreto del compositor
Nueva versión reducida (1951)
Orquestación reducida a cargo de Garth Sunderland (2009)
Edición: Boosey and Hawkes Music Publishers Ltd., Londres
Se interpreta previamente ‘Prologue’ y ‘Postlude’ del acto I
de A Quiet Place (1983, rev. 1984), de Leonard
Bernstein
TROUBLE IN TAHITI
Leonard BernsteinEl día de representación sale a la venta el 5% del aforo reservado por ley para vender ese mismo día.
En junio de 1952 ve la luz esta ópera ácidamente deliciosa escrita en un acto con siete escenas, doblemente creada por Leonard Bernstein, autor de la música y el libro. Este retrato de las benditas cuitas domesticas de un matrimonio de aseada economía podría parecer, en una primera lectura, una bendición laica al American lifestyle feliz y ordenado, saludable y acomodado del Mister Marshall que envidiara la España de Luis García Berlanga. El liberalismo como sistema; el hombre entregado a sus negocios; la esposa adorable; el mundo que no es Norteamérica, sentido como un inmenso tercer mundo digno de compasión y pena, están en la base de esta ópera que se sirve de tal marco para deslizar, sottovoce, una dura crítica al sistema capitalista que genera infiernos lamentables a fin de sustentar sus paraísos cinematográficos, que laten al son del soul y el jazz.
marzo 2022 |
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03 | jueves | 20:00 | |
09 | miércoles | 20:00 | |
13 | domingo | 18:00 |
Equipo creativo
Dirección musical
Jordi Francés
Dirección de escena
Ted Huffmann
Escenografía
Elena Zamparutti
Vestuario
Gisella Cappelli
Iluminación
Alex Brok
Video
Pierre Martin Oriol
Coreografía
Sam Pinkleton
Reparto
Dina
Laura Orueta++
Sam
Alejandro Sánchez++
El trio
Mariana Sofia García++
Xavier Hetherington++
Carlos Fernando Reynoso++
Orquestra de la Comunitat Valenciana
++Centre de
Perfeccionament
Producción de la Dutch National Opera
Audio
Sinopsis
La acción de esta breve pero fascinante y sincera ópera de
Bernstein no transcurre en Tahití. Tampoco hay “problemas” en esta
turística isla del Pacífico Sur. Donde sí los hay es en la relación
entre Dinah y Sam, un joven matrimonio estadounidense de clase
media de los años 50 del pasado siglo que atraviesa una crisis
sentimental que, lejos de ser abordada por ambos, les lleva a
refugiarse en el materialismo consumista y febril propio del estilo
de vida americano de la época, del que nos da cuenta en tono
irónico un trío de jazz que interviene a modo de coro de tragedia
griega entre las discusiones de la pareja protagonista. Sam es un
hombre de negocios con escaso tiempo para su mujer e hijo, que pasa
el día entre la oficina y el gimnasio. Y Dinah ofrece la imagen de
ama de casa perfecta y tradicional de la familia suburbana, rodeada
de cuantas comodidades pueda necesitar, si bien anhela una
felicidad que sólo acaricia cuando sueña con un idílico jardín.
Uno de los rutinarios días del matrimonio arranca con la enésima discusión durante el desayuno. Dinah sospecha que Sam le engaña con su secretaria; él lo niega. También pide a su marido que asista a la función de su hijo Junior en el colegio, pero Sam antepone un torneo que tiene en el gimnasio. Más tarde, mientras él trabaja en la oficina, Dinah acude a su psicoanalista a contarle que ha soñado con un hermoso jardín que la embriagaba de felicidad, aunque no lograba alcanzarlo. Cuando sale de la consulta, se encuentra casualmente a Sam. Ambos fingen tener un compromiso para comer y se despiden, por lo que acaban comiendo solos, momento de preguntarse respectivamente qué está pasando con sus vidas.
Por la tarde, Sam triunfa en el torneo del gimnasio, mientras Dinah, que tampoco ha ido a la función escolar de su hijo, se entretiene en el cine con el título de moda: Trouble in Tahiti. Se burla de la película porque le parece una cursilería propia para románticos, aunque la melodía pegadiza de la canción “Island Magic” se ha apoderado de ella, destello del amor soñado que le brinda la gran pantalla y no la vida real.
Al anochecer, durante la cena, Sam y Dinah deciden hablar seriamente sobre el deterioro de su relación. Pero no saben -o no quieren- escucharse y terminan discutiendo de nuevo. Entonces Sam le sugiere ir a ver la película Trouble in Tahiti, a lo que ella accede sin decir que ya la ha visto. A fin de cuentas, ambos anhelan la posibilidad de recuperar el amor perdido, y las imágenes de felicidad que proyecta la gran pantalla pueden ser un buen comienzo.
En 1983 Leonard Bernstein estrenó A Quiet Place, una secuela de Trouble in Tahiti que reúne a Sam con sus dos hijos, Junior y Dede, años más tarde, en los 80, con motivo del funeral de Dinah. Posteriormente, para las representaciones del nuevo título en La Scala en 1984,
el compositor refundió ambos trabajos bajo el nombre de A Quiet Place, ópera en tres actos, en la que Trouble in Tahiti está integrado como acto II y es una reflexión de los personajes sobre el pasado vivido, a modo de flashback. En estas funciones, Les Arts plantea el juego
inverso a lo que Bernstein propuso en A Quite Place, de manera que al comienzo de la función se interpretan el Prólogo y el Postludio del acto I de esta obra como una premonición de lo que en un futuro va a acontecer a Sam y Dinah, 30 años después, tras la guerra de Vietnam.
Uno de los rutinarios días del matrimonio arranca con la enésima discusión durante el desayuno. Dinah sospecha que Sam le engaña con su secretaria; él lo niega. También pide a su marido que asista a la función de su hijo Junior en el colegio, pero Sam antepone un torneo que tiene en el gimnasio. Más tarde, mientras él trabaja en la oficina, Dinah acude a su psicoanalista a contarle que ha soñado con un hermoso jardín que la embriagaba de felicidad, aunque no lograba alcanzarlo. Cuando sale de la consulta, se encuentra casualmente a Sam. Ambos fingen tener un compromiso para comer y se despiden, por lo que acaban comiendo solos, momento de preguntarse respectivamente qué está pasando con sus vidas.
Por la tarde, Sam triunfa en el torneo del gimnasio, mientras Dinah, que tampoco ha ido a la función escolar de su hijo, se entretiene en el cine con el título de moda: Trouble in Tahiti. Se burla de la película porque le parece una cursilería propia para románticos, aunque la melodía pegadiza de la canción “Island Magic” se ha apoderado de ella, destello del amor soñado que le brinda la gran pantalla y no la vida real.
Al anochecer, durante la cena, Sam y Dinah deciden hablar seriamente sobre el deterioro de su relación. Pero no saben -o no quieren- escucharse y terminan discutiendo de nuevo. Entonces Sam le sugiere ir a ver la película Trouble in Tahiti, a lo que ella accede sin decir que ya la ha visto. A fin de cuentas, ambos anhelan la posibilidad de recuperar el amor perdido, y las imágenes de felicidad que proyecta la gran pantalla pueden ser un buen comienzo.
En 1983 Leonard Bernstein estrenó A Quiet Place, una secuela de Trouble in Tahiti que reúne a Sam con sus dos hijos, Junior y Dede, años más tarde, en los 80, con motivo del funeral de Dinah. Posteriormente, para las representaciones del nuevo título en La Scala en 1984,
el compositor refundió ambos trabajos bajo el nombre de A Quiet Place, ópera en tres actos, en la que Trouble in Tahiti está integrado como acto II y es una reflexión de los personajes sobre el pasado vivido, a modo de flashback. En estas funciones, Les Arts plantea el juego
inverso a lo que Bernstein propuso en A Quite Place, de manera que al comienzo de la función se interpretan el Prólogo y el Postludio del acto I de esta obra como una premonición de lo que en un futuro va a acontecer a Sam y Dinah, 30 años después, tras la guerra de Vietnam.