WOZZECK
Alban BergÓpera en tres actos
Libreto del compositor
basado en la obra Woyzeck de Georg Büchner
Promoción Wozzeck 50€ zona 2 para la función del 5 de junio
La ópera de Alban Berg,
estrenada en diciembre de 1925, relata una historia real, la del
soldado Johann Christian Woyzeck. Un drama de denuncia social y
tintes psico-médicos que inspiró a Karl Georg Büchner para
escribir, hacia 1836, la que se considera primera tragedia
expresionista en lengua alemana, a pesar de haber quedado
inconclusa y sin un orden claro en las escenas. De estos
materiales, tomaría Alban Berg quince partes y organizaría una
dramaturgia personal estructurada en tres actos con cinco escenas
cada uno. Wozzeck es una tragedia unipersonal con una
víctima y varios verdugos, elevada a paradigma de una clase
proletaria pobre y explotada, en la que las privaciones materiales
son puestas en directa relación con sus miserias morales.
mayo 2022 |
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26 | jueves | 20:00 | |
29 | domingo | 18:00 | |
31 | martes | 20:00 | |
junio 2022 |
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03 | viernes | 20:00 | |
05 | domingo | 18:00 |
Equipo creativo
Dirección musical
James Gaffigan
Dirección de escena
Andreas Kriegenburg
Escenografía
Harald B. Thor
Vestuario
Andrea Schraad
Iluminación
Stefan Bolliger
Coreografía
Zenta Haerter
Reparto
Wozzeck
Peter Mattei
Tambor mayor
Christopher Ventris
Andres
Tansel Akzeybek
Capitán
Andreas Conrad
Doktor
Franz Hawlata
Primer aprendiz
Patrick Guetti
Segundo aprendiz
Yuriy Hadzetskyy
Un loco
Joel Williams
Marie
Eva-Maria Westbroek
Margret
Alexandra Ionis
Un soldado
Jorge Franco++
Escolania de la Mare de Déu dels
Desemparats
Director Luis Garrido
Cor de la Generalitat Valenciana
Director Francesc Perales
Orquestra de la Comunitat Valenciana
++Centre de
Perfeccionament
Producción de la Bayerische Staatsoper y New National Theatre, Tokio
Audio
Sinopsis
Acto I
El joven y humilde soldado Wozzeck sufre incomprensión y aislamiento, víctima de un orden social establecido en el que el abuso de poder y el desprecio que ejercen sobre él su engreído capitán, el despiadado doctor o el zafio tambor mayor, unido a su penuria económica y a la tormentosa relación sentimental con Marie, le han conducido a un estado de desequilibrio mental y emocional.
Por la mañana Wozzeck afeita al capitán. Éste le reprocha su modo de vida: convive con una mujer y el hijo de ambos sin estar casado, trabaja demasiado rápido y se plantea incómodos cuestionamientos, lo que irrita especialmente a su superior, quien considera que el joven piensa en exceso. Por la tarde, Wozzeck corta leña en el campo con su compañero Andres, cuando tiene una alucinación que le hace escuchar ruidos extraños y ver fuego. Su amigo entona una canción para calmarlo. Al anochecer Marie cuida del niño en su casa. Observa por la ventana el paso de los soldados, dirigiendo su coqueta mirada al tambor mayor de la banda. Llega Wozzeck agotado y poco comunicativo. Cuenta sus paranoias a Marie y se marcha enseguida, sin prestar atención a su hijo.
Wozzeck acude a la consulta del doctor, quien ambiciona reconocimiento profesional gracias al experimento que realiza con Wozzeck -a cambio de una propina ridícula- consistente en una extraña dieta a base de judías. Sin embargo, el doctor no hace caso de los síntomas de enfermedad mental que evidencia el soldado. Mientras, Marie se regocija en los brazos del seductor tambor mayor, al que ha recibido en su propia casa.
Acto II
Marie se contempla en el espejo ataviada con los hermosos pendientes que le ha regalado el tambor mayor. Wozzeck la sorprende y pregunta por la procedencia de las joyas. Ella explica que había perdido esos pendientes y que, por fin, han aparecido. Wozzeck se marcha tras dejarle la paga y el dinero extra conseguido de sus servicios al capitán y al doctor. Precisamente, ambos se encuentran casualmente por la calle más tarde. El capitán bromea con la prisa que lleva el doctor y éste, irritado, reacciona alarmando al oficial con un diagnóstico sobre las terribles enfermedades que lo aquejarán próximamente. Cuando llega Wozzeck, se convierte en el blanco de las burlas del capitán y del doctor, quienes rumorean acerca de la infidelidad de Marie. El joven parte apesadumbrado. Al llegar a su casa pide explicaciones a Marie. La muchacha responde con evasivas. Entonces el soldado levanta la mano con gesto enérgico. Su pareja planta cara advirtiéndole que prefiere antes el golpe de un cuchillo que el de una mano.
Al atardecer soldados y gentes del lugar beben y bailan en una taberna. Wozzeck se emborracha sin apartar la mirada de Marie, que baila con el tambor mayor. Su amigo Andres intenta conversar con él, pero Wozzeck vuelve a experimentar alucinaciones y menciona a la muerte. Para colmo, un loco que se sienta junto a él afirma ver todo teñido de rojo y con olor a sangre. Por la noche, en el cuartel, Wozzeck no logra conciliar el sueño, atormentado por terribles imágenes y sonidos que pasan por su cabeza. El tambor mayor irrumpe ebrio en la estancia. Al ver a Wozzeck se burla de él y lo agrede brutalmente hasta dejarlo ensangrentado y tendido en el suelo.
Acto III
Marie lee pasajes de la Biblia sobre María Magdalena en compañía de su hijo. Está inquieta porque lleva unos días sin saber nada de Wozzeck. En sus rezos implora perdón al Salvador.
Anochece. Wozzeck pasea con Marie por el sendero del bosque que conduce hasta el estanque. La mujer, asustada ante las preguntas y amenazas de Wozzeck, quiere marcharse, pero él la detiene y la apuñala. Tras cometer el asesinato, el soldado se refugia en la taberna. Allí bebe hasta emborracharse. Todos los presentes se dan cuenta de que Wozzeck lleva manos y mangas ensangrentadas. Entonces huye despavorido hacia el estanque para recuperar el arma del crimen y deshacerse de ella. Wozzeck encuentra el cuchillo junto al cuerpo de Marie y lo arroja al estanque. Al sumergirse en el agua para coger el cuchillo con idea de arrojarlo más lejos, se ahoga. El doctor y el capitán, que pasean cerca, escuchan gemidos de muerte. Sin embargo, deciden no hacer nada y prosiguen su camino. Por la mañana, frente a la casa de Marie, el hijo de Wozzeck juega con otros niños. Uno de ellos le anuncia que su madre ha parecido muerta.
El joven y humilde soldado Wozzeck sufre incomprensión y aislamiento, víctima de un orden social establecido en el que el abuso de poder y el desprecio que ejercen sobre él su engreído capitán, el despiadado doctor o el zafio tambor mayor, unido a su penuria económica y a la tormentosa relación sentimental con Marie, le han conducido a un estado de desequilibrio mental y emocional.
Por la mañana Wozzeck afeita al capitán. Éste le reprocha su modo de vida: convive con una mujer y el hijo de ambos sin estar casado, trabaja demasiado rápido y se plantea incómodos cuestionamientos, lo que irrita especialmente a su superior, quien considera que el joven piensa en exceso. Por la tarde, Wozzeck corta leña en el campo con su compañero Andres, cuando tiene una alucinación que le hace escuchar ruidos extraños y ver fuego. Su amigo entona una canción para calmarlo. Al anochecer Marie cuida del niño en su casa. Observa por la ventana el paso de los soldados, dirigiendo su coqueta mirada al tambor mayor de la banda. Llega Wozzeck agotado y poco comunicativo. Cuenta sus paranoias a Marie y se marcha enseguida, sin prestar atención a su hijo.
Wozzeck acude a la consulta del doctor, quien ambiciona reconocimiento profesional gracias al experimento que realiza con Wozzeck -a cambio de una propina ridícula- consistente en una extraña dieta a base de judías. Sin embargo, el doctor no hace caso de los síntomas de enfermedad mental que evidencia el soldado. Mientras, Marie se regocija en los brazos del seductor tambor mayor, al que ha recibido en su propia casa.
Acto II
Marie se contempla en el espejo ataviada con los hermosos pendientes que le ha regalado el tambor mayor. Wozzeck la sorprende y pregunta por la procedencia de las joyas. Ella explica que había perdido esos pendientes y que, por fin, han aparecido. Wozzeck se marcha tras dejarle la paga y el dinero extra conseguido de sus servicios al capitán y al doctor. Precisamente, ambos se encuentran casualmente por la calle más tarde. El capitán bromea con la prisa que lleva el doctor y éste, irritado, reacciona alarmando al oficial con un diagnóstico sobre las terribles enfermedades que lo aquejarán próximamente. Cuando llega Wozzeck, se convierte en el blanco de las burlas del capitán y del doctor, quienes rumorean acerca de la infidelidad de Marie. El joven parte apesadumbrado. Al llegar a su casa pide explicaciones a Marie. La muchacha responde con evasivas. Entonces el soldado levanta la mano con gesto enérgico. Su pareja planta cara advirtiéndole que prefiere antes el golpe de un cuchillo que el de una mano.
Al atardecer soldados y gentes del lugar beben y bailan en una taberna. Wozzeck se emborracha sin apartar la mirada de Marie, que baila con el tambor mayor. Su amigo Andres intenta conversar con él, pero Wozzeck vuelve a experimentar alucinaciones y menciona a la muerte. Para colmo, un loco que se sienta junto a él afirma ver todo teñido de rojo y con olor a sangre. Por la noche, en el cuartel, Wozzeck no logra conciliar el sueño, atormentado por terribles imágenes y sonidos que pasan por su cabeza. El tambor mayor irrumpe ebrio en la estancia. Al ver a Wozzeck se burla de él y lo agrede brutalmente hasta dejarlo ensangrentado y tendido en el suelo.
Acto III
Marie lee pasajes de la Biblia sobre María Magdalena en compañía de su hijo. Está inquieta porque lleva unos días sin saber nada de Wozzeck. En sus rezos implora perdón al Salvador.
Anochece. Wozzeck pasea con Marie por el sendero del bosque que conduce hasta el estanque. La mujer, asustada ante las preguntas y amenazas de Wozzeck, quiere marcharse, pero él la detiene y la apuñala. Tras cometer el asesinato, el soldado se refugia en la taberna. Allí bebe hasta emborracharse. Todos los presentes se dan cuenta de que Wozzeck lleva manos y mangas ensangrentadas. Entonces huye despavorido hacia el estanque para recuperar el arma del crimen y deshacerse de ella. Wozzeck encuentra el cuchillo junto al cuerpo de Marie y lo arroja al estanque. Al sumergirse en el agua para coger el cuchillo con idea de arrojarlo más lejos, se ahoga. El doctor y el capitán, que pasean cerca, escuchan gemidos de muerte. Sin embargo, deciden no hacer nada y prosiguen su camino. Por la mañana, frente a la casa de Marie, el hijo de Wozzeck juega con otros niños. Uno de ellos le anuncia que su madre ha parecido muerta.